El Presidente Alberto Fernández, alineado con Cristina Kirchner, condiciona la negociación a que se incluya una disposición política que extienda las facilidades de pago.
Por Marcelo Bonelli para Clarín.
Martín Guzmán lo confirmó esta semana: la inflación oficial de marzo estará por encima del 4%. Marco Lavagna, el jefe del Indec, elevó al Palacio de Hacienda un informe confidencial: la primera proyección exacta es del 4,2%. Pero al máximo nivel del Gobierno temen que las cosas sean peores. En las conversaciones herméticas entre Wado de Pedro, Máximo Kirchner, Sergio Massa y el propio Presidente se admitió que el número puede trepar al impactante 4,5%.
La noticia complica la intención oficial de recrear el consumo. Los salarios de los trabajadores viven el peor momento del año: precios recalentados y sueldos planchados.
La cuestión reavivó peleas internas en el gabinete económico. Varios critican la “paciencia de Buda” de Guzmán y piden acción. Entre ellos, Santiago Cafiero, Cecilia Todesca, Daniel Arroyo y Claudio Moroni. Pero la ofensiva más dura viene de Axel Kicillof. La inflación derrumba su imagen en el Conurbano.
El gobernador compite con Guzmán. Y tiene celos de su ascendencia política sobre Alberto y Cristina. Kicillof exige “leña” y reclama mayor “control” sobre las empresas. Acusa a Guzmán de tratarlas suavemente. Guzmán contraataca: marzo será el último índice alto y en mayo la inflación toca el 2%. Kicillof tuvo una semana de furia. El fin de semana le pidió a la Casa Rosada una medida “Covid extrema”. Así lo transmitió al Presidente: “Hay que cerrar todo por 15 días”.
El lunes hubo un fuerte cruce en la Casa Rosada. Santiago Cafiero y Carlos Bianco tuvieron un serio intercambio verbal con Felipe Miguel. “Cagones”, “mentirosos”, “exagerados” y “tibios” fueron algunos de los términos que se usaron.
El martes la reunión fue más tensa y terminó en otro fiasco. Intervinieron cuatro máximas figuras para calmar las cosas. Todos hablaron con Alberto, Cafiero o Wado de Pedro. Horacio Rodríguez Larreta encabezó la rebelión y estuvo acompañado por Juan Schiaretti, Omar Perotti y Rodolfo Suárez.
El cuarteto comunicó que no iban a acatar los planteos extremos de Kicillof. Y advirtieron que podría haber reacción social. Las primeras y durísimas medidas, se lavaron un poco. Kicillof aún sigue pidiendo mayor confinamiento.
Economía, salud y riesgo país
En definitiva, en juego está el delicado equilibrio entre la actividad económica y la salud. Guzmán está concentrado en la negociación con el FMI. Ayer hubo una trifulca interna que enrareció todo en Washington y tuvo un impacto fuerte: volvió a recalentar el riesgo país.
Alejandro Werner el director del Hemisferio Occidental del FMI habló frente a banqueros. El burócrata fue invitado de Standard & Poor’s. Werner puso el dedo en la llaga: “hay diferencias significativas en el frente del Gobierno” sobre el acuerdo con el Fondo y la propia política económica. Algo que es moneda corriente en Buenos Aires.
Pero la bomba sacudió al staff del FMI y provocó una queja del propio Guzmán . Ocurrió cuando los técnicos de Economía y Washington estaban reunidos para mantener en el pulmotor la negociación.
Werner y Roberto Cardarelli fueron los técnicos del FMI que cerraron el acuerdo con Mauricio Macri. El italiano fue directamente sancionado por el fracaso y desplazado de su cargo. Werner mantiene aún su poltrona pero tiene prohibido intervenir en Argentina. Tiene un fuerte respaldo del titular del Banco de Ajuste de Basilea, el también mexicano Agustin Cartens. Ambos – y otros funcionarios mexicanos – integran, lo que se conoce en Washington como la “rosca del tequila”.
Guzmán transmitió su disgusto contra Warner. En la Casa Rosada acusan a Warner de enturbiar todo y hacerle el juego al “ala dura” de Juntos por el Cambio. Según esta asombrosa teoría conspirativa, la oposición macrista quiere torpedear un acuerdo con el FMI.
Julie Kozack mantuvo este jueves una reunión formal con Sergio Chodos. Fue presencial y en Washington. Kozack es la segunda de Werner, pero actúa como su jefa. Kozack desacreditó la punzante declaración de Werner. Así lo dijo: “es a título personal y no involucra al FMI”.
En Washington tienen también unas furibundas peleas. Es patética la discusión de Kristalina Georgieva sobre la emisión de fondos extra en la lucha internacional contra el Covid. Hace 16 meses que la pandemia hace estragos en la economía mundial y todavía el directorio del FMI delibera y duda sobre una ayuda excepcional.
La cúpula del Fondo recibió la orden del poderoso G-7, pero los burócratas de Washington siguen deliberando para llegar tarde a todas partes. Antes de su contagio de Covid, el Presidente tuvo una reunión a solas, y larga, con Guzmán.
El ministro insistió en la necesidad de un acuerdo con el FMI. Fue después de que el Presidente se alineara con Cristina y dijera que Argentina no podía pagar la deuda.
Guzmán informó que ahora los dólares van a ingresar en cantidad. Pero –en esa reunión– admitió que en el segundo semestre, y previo a las elecciones, pueden faltar divisas.
El ministro dijo: “Para evitar turbulencias, el acuerdo despeja incertidumbre”. El actual dólar financiero tiene un atraso con valor técnico de la divisa del 20%. Esto podría moverse en vísperas del comicio.
Alberto y Cristina solo estarían dispuestos a pactar con el Fondo con una condición: que Guzmán logre incluir cláusulas especiales que le permita generar a la Casa Rosada un “relato” electoral épico de la negociación. Los “lobos” de Wall Street lo traducen como solo “smoke”. Así, el Presidente condicionó la negociación. Son tres las condiciones políticas que le pidió a Guzmán.
Primero que Argentina logre bajar la tasa de interés. Martín Redrado se lo metió a Cristina en la cabeza. Fue en noviembre, cuando se reencontraron y el dólar estaba a 195 pesos.
También le pidieron que “quede claro” que el plan acordado con el FMI es un programa elaborado en Argentina.
Pero el punto central es otro: que Guzmán logre que exista una cláusula política de “pari-passu”. Esa disposición diría lo siguiente: en caso de que haya nuevos y futuros beneficios del FMI a los países miembros, se extienden automáticamente al acuerdo que firme este año la Argentina.
El micromundo del Instituto Patria
Se trata de un atajo para satisfacer ideas irrealizables de Cristina. En el micromundo del Instituto Patria, la vicepresidente insiste en un convenio a 20 años. Esa alucinación política chocar con la frontalidad de Washington. El acuerdo sería a 10 años y la cláusula “pari passu” permitiría justificar la derrota de Cristina.
El ministro viaja el sábado a Europa con ese objetivo: lograr apoyo a la inclusión de esas cláusulas políticas. Centralmente, la que le interesa a la vice: “el pari passu”. La negociación no es fácil, porque muchos directores están cansados de los “inventos” de Argentina. La “misión Guzmán” es importante y tendrá como interlocutores a los principales referentes de Alemania, España, Italia y Francia. Todos de mayor influencia que sus interlocutores en EE.UU. En París, la reunión clave será con Odile Renaud-Basso, la titular del Club de París.
Kicillof –hace seis años– firmó un leonino contrato a favor de los acreedores. Le reconoció millonarias deudas inexistentes. Ahora, Guzmán avanzará en otra especialidad de la Casa Rosada: patear todo para adelante.